Este curso escolar empezó de forma atropellada, como recordaréis, por la adaptación de los centros educativos a la nueva situación sanitaria: las clases, que se habían suspendido el 13 de marzo de 2020, empezaban una semana después de lo previsto, pero empezaron, casi, casi como acabaron, esto es, sin una verdadera inversión en esa adaptación REAL de las aulas a la realidad que veníamos viviendo desde hacía seis meses.
Los cambios que se introdujeron “a pie de aula” fueron ejecutados y trabajados por los equipos directivos y los claustros de los centros educativos, que estuvieron currando desde junio para poner en marcha las medidas que iba dictando la Consejería de Educación.
Como decimos, tras seis meses desde el estallido de la pandemia en España, la solución de la Comunidad Autónoma en materia de educación para arrancar el curso fue, y sigue siendo, la reducción de aforos (que no de ratios) en las aulas, dejando a los escolares un día en sus casas.
Esta espectacular medida, además de salir tremendamente barata a nuestro Gobierno Regional, es única en todo el territorio nacional. Sí: la Región de Murcia es la ÚNICA comunidad autónoma que mantiene el sistema de semipresencialidad en las escuelas.
Vista la inacción de nuestra Consejería, damos por consumado que, a menos que la pandemia remita, y mucho, nuestros hijos no volverán a ir los cinco días de la semana a clase.
¿Qué supone esto? Pues que los escolares de la Región están recibiendo un 20% menos de clases (con todo lo que eso conlleva de falta de rutina, de atención, de merma en contenidos…) que, por ejemplo, un escolar de Cáceres o de A Coruña.
Como AMPA, estamos integrados en FAMPA Cartagena, quienes aglutinan a la gran mayoría de familias de escolares de la ciudad. La Federación, tampoco dejó de trabajar desde junio de cara a una vuelta a clase segura (la última acción os la contábamos en esta entrada).
Pero a nivel particular, como ciudadano, como padre, uno de los padres de nuestro colegio ha acudido al Defensor del Pueblo a exponer esta dejadez por parte de la Consejería de Educación que repercute directamente en la preparación y al desarrollo normal de nuestros hijos en el terreno académico y emocional.
Esperamos que esta acción sume y sirva para darnos cuenta de quiénes son los responsables, de la falta de transparencia de sus decisiones y de que, si queremos que las aulas sean REALMENTE seguras para todos, debemos de ir todos a una.